1. Menor uso de fertilizantes
- Suelos con buen índice de salud mineralizan entre 20 y 70 kg N/ha/año adicionales.
- Buena salud del suelo permite reducir la dosis de N hasta en un 30-40% en algunos ambientes, sin pérdida de rendimiento.
2. Mayor eficiencia en el uso del agua (WUE)
- Estructura y MO bien conservadas mejoran la infiltración y el almacenamiento.
- Estudios muestran incrementos de 15–20% en eficiencia hídrica, lo que se traduce en mayores rindes en años secos.
3. Mejor respuesta a bioinsumos y menores fallas de implantación
- En suelos con buena salud, los PGPRs y micorrizas funcionan mejor ➔ mayor absorción de nutrientes y mejor arranque de cultivo.
- Menor necesidad de resembrar o reforzar fertilización en etapas críticas.
4. Menores costos por corrección
-
Detectar tempranamente desequilibrios estructurales, acidificación, exceso de Na o pérdida de MO permite
evitar costos altos en correcciones futuras (yeso, encalado, subsolado).
5. Decisiones de manejo más seguras
- Se evitan gastos inútiles en insumos cuando el suelo ya provee lo necesario.
- Se prioriza inversión donde hay potencial de respuesta real.